La figura de daños por causa de humedad en muchas viviendas cotidianas, (aunque las más modernas no siempre estén “secas”), puede perturbar su calidad selecta hasta el perjuicio, porque la humedad además actúa sobre el clima interior de la casa, contaminando todo lo que haya, en especial el mobiliario en su conjunto, ropa, libros, alimentos, etc.
Los materiales de construcción los cuales componen la vivienda, también quedan altamente afectados por la humedad, ya que estos quedan degradados y terminan por deteriorar zonas importantes de la estructura del edificio. Las humedades pueden llegar a poner en peligro la perennidad del edificio.
Por último llega a crear una incidencia térmica, por lo que la comodidad de esta, desaparece progresivamente por la cual cosa ambientar la casa se hace difícil y costoso a la larga.
La causa de todas estas incidencias muy preocupantes, no es otra que la pérdida de toda o parcial capacidad de aislante de los materiales, ya que estos al final absorben quedando de este modo saturados de agua.
Para realizar una correcta rehabilitación de un edificio viejo en las condiciones expuestas hasta el momento, solo desaparecerán cuando todas estas incomodidades y degradaciones producidas desaparezcan por completo.
Antiguamente la gente solía ser menos exigente en lo que hacía referencia a las comodidades interiores, sobre todo en las plantas bajas, por lo que muchas de estas paredes estaban siempre expuestas a degradaciones progresivas por causa de humedad.
Formas de humedad
Podemos encontrar tres formas de humedad principales: agua líquida (filtraciones directas), vapor de agua (condensación) y en circulación capilar (ascensional), en todos los casos si no se controla, los materiales acaban absorbiendo hasta saturarse.
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