Las argamasas admiten fabricar los morteros que constituyen las uniones entre los materiales de construcción secos. Las tres argamasas usuales primordiales son el yeso, la cal y la arcilla. A partir de mediados del siglo XIX, el cemento ha sustituido a la cal.
En alguna ocasión se suele utilizar aún la composición de arcilla con cal. Desde hace unos treinta años, retornan a recuperarse los métodos de antiguamente en la cual se amasaba la tierra y el ladrillo cruzo, se preparan productos nuevos, como el ladrillo de tierra cruda apretada, y las argamasas hechas con tierra y cal recobran su protagonismo.
El yeso es uno de los materiales más empleados para la fabricación de los enlucidos interiores, así como las placas de este material.
La cal para retardar el fraguado con cementos, también se puede utilizar para enlucidos y enjalbegados sobre paredes y techos.
De este modo mezclamos dichas argamasas con agua y arena, para obtener los diferentes morteros. Así según la naturaleza de las argamasas, encontramos, morteros de cal y yeso, de cal y cemento. Al añadir grava a la mezcla, obtendremos hormigón. El mortero y el hormigón son materiales plásticos en el instante de manipular y estos se fortalecen de manera progresiva e inalterable, debido al fenómeno químico de fraguado acompañado de la evaporación del agua.
En lo que se refiere a mezclas, tiene su sentido, cuando mezclamos diferentes tipos de argamasas, se realiza para sumar las diferentes ventajas de cada una de estas composiciones. La costumbre muy antigua de añadir cal a la arcilla es para estabilizar la mezcla y así de este modo la hace más resistente a la acción del agua. Con la mezcla de yeso y cal, se obtiene un mortero rápido en su fraguado, cuya dureza supera a las del mortero y cal. Y por último, después de la aparición del cemento, a menudo se mezcla cal y cemento para preparar el mortero denominado “bastardo”, en el que la cal disminuye la velocidad del fraguado del cemento y éste aumenta la dureza de la cal.
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